Cannabis: El experimento nacional de Canadá

El pasado 17 de octubre Canadá fue el segundo país en legalizar la marihuana recreativa, antecedido por Uruguay, quien lo hizo en 2013.

La iniciativa, propuesta en un inicio por Justin Trudeau cuando aún era candidato, planteaba reducir los estragos causados por la prohibición de la hierba: narcotráfico y otras consecuencias asociadas (extorsiones, homicidios, asociación delictiva, etc.).

Ahora, con Trudeau como Primer Ministro y con la legalización ya implementada, el siguiente paso es valorar los resultados. De acuerdo con el diario The New York Times, esta despenalización permitirá apreciar si verdaderamente es capaz de contrarrestar los efectos negativos de la prohibición.   

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Además de permitir el consumo recreativo, la nueva legislación otorga la facultad de portar y trasladar hasta 30 gramos de cannabis, así como cultivar hasta cuatro plantas (en la mayoría de las provincias del país). Aunado a esto, la ley considera la comercialización de productos como cigarros, flores frescas o secas de marihuana y aceites extraídos de la planta, pero no otros como mantequilla de maní o café mezclados con marihuana (cuya compra y venta será legal el próximo año).

Es importante señalar que esta nueva legislación no resultó ser algo inesperado para la sociedad canadiense, donde desde 2001 el uso medicinal ya estaba despenalizado. Además, diversas encuestas llevadas a cabo en los últimos años indicaban una aceptación generalizada de la legalización con fines recreativos.

Para muestra de lo anterior, en todos los medios de comunicación se pudo apreciar la euforia del primer día de la legalización: personas fumando en las calles, haciendo fila para comprar marihuana en tiendas dedicadas expresamente a esta mercancía y, en general, celebrando en las calles.

Indudablemente, será importante darle seguimiento a la iniciativa, sobre todo en cuanto a su efecto sobre el crimen organizado y la delincuencia asociada con la prohibición. Asimismo, vale la pena recordar las cuantiosas ganancias que la industria de cannabis global pretende y ha empezado a generar, además de los impuestos que recibirá el gobierno.

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Fuente: The New York Times