Estamos en la era de los descubrimientos del cannabis, pero ya se comercializa, ¿qué tan segura es en realidad la marihuana?
Por DiosaVerde.org
Una cosa es legalizar la hierba y otra promocionarla cuando aún hay misterios por resolver.
Hace unos años, la Academia Nacional de Medicina convocó a un panel de 16 especialistas médicos para analizar la literatura e investigaciones científicas sobre el cannabis. El informe que prepararon, publicado en enero de 2017 y con 468 páginas pasó casi inadvertido, pues estaba libre de noticias escandalosas o tenebrosas sorpresas; Sencillamente declaró, reiteradamente, que la planta psicoactiva preferida por los estadounidenses sigue siendo un misterio.
Falta de evidencias
Fumar marihuana, por ejemplo, disminuye supuestamente las náuseas asociadas con la quimioterapia. Sin embargo, el panel señaló que “no hay ensayos aleatorios de buena calidad que hayan investigado esta opción”. Si bien hay pruebas de que la marihuana es útil en tratamientos para el dolor, aún “se sabe muy poco acerca de la eficacia, dosis, vías de administración o efectos de la hierba o sus derivados empleados comúnmente y comercialmente disponibles en Estados Unidos”. Asimismo, las advertencias continúan: ¿Es bueno para la epilepsia? “Evidencia insuficiente” ¿Síndrome de Tourette? Pruebas limitadas ¿ELA (esclerosis lateral amiotrófica), Huntington y Parkinson? Evidencia insuficiente ¿Síndrome del intestino irritable? Evidencia insuficiente ¿Demencia y glaucoma? Probablemente no ¿Ansiedad? Tal vez ¿Depresión? Probablemente no.
La necesidad apremiante de estudios adecuados
Posteriormente, en los capítulos 5 a 13, que constituyen el corazón del informe, los autores se refieren a los riesgos potenciales de la marihuana. En este punto, la bruma de la incertidumbre continúa ¿El uso de cannabis aumenta la probabilidad de accidentes automovilísticos fatales? Sí ¿Por cuánto? Poco claro ¿Afecta la motivación y la cognición? Difícil de decir, pero probablemente ¿Afecta las perspectivas de empleo? Probablemente ¿Disminuirá el rendimiento académico? Pruebas limitadas. Esto continúa en las páginas siguientes.
Necesitamos estudios adecuados sobre los efectos del cannabis en la salud de niños y adolescentes, mujeres embarazadas, madres lactantes, “poblaciones mayores” y “consumidores de cannabis intensos concluyó el panel”. Mejor dicho, de acuerdo con el informe, en todos los aspectos, excepto en el estudiante universitario que fuma una buena porción cada mes. El panel también solicitó una investigación sobre “las propiedades farmacocinéticas y farmacodinámicas del cannabis, los modos de administración, las diferentes concentraciones, en diversas poblaciones, incluidas las relaciones dosis-respuesta del cannabis y el THC u otros cannabinoides”.
Averiguar la “relación dosis-respuesta” de un nuevo compuesto es una práctica obligatoria que hacen las compañías farmacéuticas desde el inicio a través de ensayos en seres humanos para presentar una nueva aplicación de medicamento ante la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés). Por un lado, demasiado poco de una sustancia poderosa significa que no funcionará; en contraste, demasiado podría hacer más daño que bien. La cantidad de ingrediente activo en una píldora y la ruta metabólica que este toma luego de ingresar al cuerpo, son determinaciones que los fabricantes de medicamentos realizan meticulosamente antes de que el producto salga al mercado, en un contenedor listo para distribuir el producto y con la debida documentación de respaldo.
Con la marihuana, al parecer, aún esperamos esta información. Es difícil estudiar una sustancia que hasta hace muy poco tiempo ha sido casi universalmente ilegal. Y los pocos estudios que tenemos se realizaron principalmente en los años 80 y 90, cuando el cannabis no era tan potente como lo es ahora. Debido a los desarrollos recientes en el cultivo de plantas y las técnicas de cultivo, la concentración típica de THC, el ingrediente psicoactivo en la marihuana, ha pasado de un solo dígito a más de 20 por ciento. No es lo mismo un trago de cerveza que inyectarse una dosis de tequila.
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¿Los consumidores fuman menos para compensar la nueva potencia de la droga? ¿O simplemente se drogan más rápido? ¿Es el cannabis de alta potencia un problema más para los consumidores más jóvenes o para los más viejos? Para algunos medicamentos, la curva de dosis-respuesta es lineal: dos veces la dosis crea el doble del efecto. Para otros medicamentos, es no lineal: el doble de la dosis puede aumentar el efecto 10 veces, o casi nada ¿Cuál es el caso del cannabis? También importa, por supuesto, cómo se consume. Puede fumarse, vapearse, comerse o aplicarse a la piel. ¿Cómo se ven afectados los patrones de absorción?
En mayo pasado, no mucho antes de que Canadá legalizara el uso recreativo de la marihuana, Beau Kilmer, un experto en políticas de drogas de la Corporación RAND, testificó ante el Parlamento canadiense. Advirtió que el segmento de más rápido crecimiento del mercado legal en el estado de Washington era extractos para inhalación, y que la concentración media de THC para esos productos era más de 65 por ciento:
“Sabemos poco sobre las consecuencias para la salud, los riesgos y los beneficios, de muchos de los productos de cannabis que probablemente se venderán en mercados no médicos. Tampoco sabemos cómo los productos de mayor potencia afectarán a consumidores de THC”.
Por otro lado, Alex Berenson, autor del libro Dile a tus hijos: la verdad sobre la marihuana, las enfermedades mentales y la violencia, y quien solía ser un reportero de investigación para el Times, donde cubrió, entre otras cosas, la atención médica y la industria farmacéutica, también afirma que, tratándose de marihuana, realmente no sabemos mucho. Sin embargo, los resultados de su investigación son algo inquietantes.
La primera de las preguntas de Berenson se refiere a cuál ha sido el punto más preocupante del cannabis durante mucho tiempo: su asociación con la enfermedad mental. Muchas personas con enfermedades psiquiátricas graves fuman mucha marihuana. El argumento principal para afirmar lo anterior es que fumar marihuana es una respuesta a la enfermedad mental, no la causa de esto y que las personas con problemas psiquiátricos usan la marihuana para auto medicarse. Esto podría en parte ser cierto. Sin embargo, el panel de la Academia Nacional, en una de sus pocas conclusiones inequívocas, declaró:
“El consumo de cannabis probablemente aumentará el riesgo de desarrollar esquizofrenia y otras psicosis; cuanto mayor sea el uso, mayor es el riesgo”.
Por otra parte, Brenson cuestiona si el cannabis es una droga de entrada. Para él, la marihuana activa ciertas vías conductuales y neurológicas que facilitan la aparición de adicciones más serias. Sin embargo, también sugiere que si comienzas a fumar marihuana para lidiar con el dolor crónico, nunca te graduarás de los opioides.
¿Cómo es esto? Berenson enfatiza dos estudios aplicados a gemelos, uno realizado en los Países Bajos y otro en Australia. Ambos muestran que, en los casos en que un gemelo consumía cannabis antes de los 17 años y el otro no, el consumidor de cannabis tenía varias veces más probabilidades de desarrollar una adicción a los opioides. Berenson también contrató a un estadístico de la Universidad de Nueva York (NYU) para ayudarlo a clasificar los datos de sobredosis a nivel estatal, y lo que encuentra no es alentador: “Los estados donde más personas consumieron cannabis tendían a tener más sobredosis de opiáceos”.
El panel de la Academia Nacional es más juicioso. Su conclusión es que simplemente no sabemos lo suficiente, porque no ha habido ningún estudio “sistemático”. No obstante, la incertidumbre del panel es apenas más tranquilizadora que el alarmismo de Berenson: 62 mil estadounidenses murieron en 2017 por sobredosis de drogas ¿Deberíamos embarcarnos en una cruzada a favor del cannabis sin saber si su consumo aumenta o disminuye el número?
La industria del cannabis nos haría creer que su producto es como el café y a diferencia del campo de los opiáceos, que son ilegales y cuyos consumidores son calificados como adictos que necesitan rehabilitación y los distribuidores están en prisión.
El mercado de la marihuana pertenece al otro extremo:
“Flow Kana se asocia con agricultores multigeneracionales independientes que cultivan a pleno sol, de forma sostenible y en pequeños lotes”, se lee en la literatura promocional de una marca de cannabis de California. “Usando solo métodos orgánicos, estos administradores de la tierra han pasado sus vidas equilibrando una relación única y armoniosa entre la granja, la genética y el terror”. Sin embargo, el cannabis no es café.
Por el momento, el cannabis probablemente pertenece a la categoría de sustancias que la sociedad permite pero a la vez desalienta. Los cigarrillos tienen impuestos muy altos, y está prohibido fumar en la mayoría de los lugares de trabajo y espacios públicos. El alcohol no se puede vender sin una licencia y se mantiene fuera del alcance de los niños. Los medicamentos recetados tienen reglas sobre dosis, etiquetas que describen sus riesgos y políticas que rigen su disponibilidad. El consejo que los expertos a veces dan a los nuevos usuarios: “comience con poco y vaya despacio”, probablemente sea una buena advertencia para la sociedad en general, al menos hasta que comprendamos mejor con qué estamos tratando.
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Fuentes: National academies, Amazon, Newyorker.