Ketama, La Meca del hachís marroquí
Por DiosaVerde.org
En todo el planeta se sabe que el mejor hachís es el marroquí. Lo que muchos desconocemos es el porqué y el cómo.
Marruecos es el primer exportador de hachís. Produce más de 40 mil toneladas al año. Debido a ello, puedes encontrar hachís marroquí en Asia, América, Europa, y, por supuesto, en África. Aunque las calidades pueden variar, existe un lugar donde el kif, como se le conoce localmente, es sin duda el mejor: Ketama o Issaguem, una villa situada en la comarca norteafricana del Rif, con una población de más de 1600 habitantes y donde desde el siglo XV se elabora un hachís épico a través de un método muy particular.
Inicialmente, Ketama solía ser visitado por turistas, principalmente españoles, para esquiar y veranear; sin embargo, el desarrollo de un cultivo excesivo de cannabis en la región (aproximadamente 57 mil hectáreas) lo convirtió en un centro de narcotráfico, peligroso para los viajeros. No obstante, la reapertura de un hotel de 4 estrellas en 2008 señaló la voluntad por parte del gobierno para invertir esta tendencia.
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A pesar de dichos esfuerzos, Ketama, al ser el principal proveedor de kif, no es una zona libre de violencia e inseguridad. El gobierno español, de hecho, sugiere a sus ciudadanos no visitar la zona; en caso de hacerlo, evitar caminos rurales y circular solo por la “N2” o Carretera del Rif.
La elaboración, consumo y comercialización de hachís, no es legal en ningún sitio de Marruecos, pero la pobreza, el clima favorable y un método de elaboración cuyo producto final es muy valorado en mercados legales e ilegales del mundo, hacen que especialmente la pequeña población de Issaguem se beneficie más del hachís que de cualquier otro recurso. De hecho, es el principal sustento para cientos de familias. Por ello, a pesar de que se ha perseguido en Marruecos la producción de hachís, destruyendo grandes plantaciones de cannabis, en Ketama una solución así no es del todo viable: los pobladores dejarían de disfrutar de la relativa paz social en la que viven, ya que se transformaría en una zona de conflictos provocada por la escasez de recursos alternativos. Obviamente, el gobierno ha preferido cerrar los ojos.
En 1956, el Rey Mohamed V decretó como “permitido” cultivar cannabis en Ketama, algo evidente dada la gran extensión de plantaciones que se pueden observar al visitar el lugar, así como seguir la tradición de elaborar hachís. Desde entonces no ha habido estrategias eficientes ni de prohibición o legalización que cambien la situación. Ketama produce 95 por ciento de todo el hachís marroquí y sus habitantes no trabajan en la clandestinidad, sino que laboran abiertamente y su actividad se puede escuchar desde varios kilómetros a la redonda, especialmente al iniciar el invierno, como te explicaremos más adelante.
Principales clientes de Ketama
De acuerdo con un estudio, realizado por el Observatorio Español sobre Drogas, España es uno de los mayores consumidores de cannabis en Europa. Además, este país es por donde se filtra al interior del Viejo Continente. El hachís de mejor calidad de Ketama se destina principalmente a algunos coffeshop de Amsterdam para ser vendido legalmente (obviamente, por otro tipo de rutas más seguras). Esta imponente demanda indirecta de cannabis también propicia que Marruecos siga cultivando gigantescas cantidades de marihuana. Además, el clima favorece el cultivo de algunas de las mejores cepas de cannabis que se conocen hasta el momento, como la Blueberry. Incluso, de acuerdo con el documental La Ruta del Hachís, realizado por Canal Sur, en Anadalucía, la cantidad de marihuana que Marruecos requiere para satisfacer la demanda de hachís es tan grande que debe recurrir a la importación de cannabis de otros países, aunque la producción nacional es ya de por sí descomunal.
Otro de los lugares en los que podrías disfrutar de este increíble hachís, además de los coffeeshop holandeses y estar seguro que es un verdadero hashís ketamaní es en el mercado Telata Ketama, que se instala cada miércoles en las inmediaciones de la villa, y se ha convertido, entre los amantes del cannabis y hachís más experimentados, en un lugar de culto para comprar y saborear la maestría ketamaní, catalogada como la mejor del mundo.
El cannabis de Ketama
Como podrás suponer, la creación de un hachís supremo requiere marihuana de gran calidad. La población de Issaguem está compuesta principalmente por bereberes (nativos de las etnias del norte de África), pero también hay muchos árabes, y aunque la palabra hachís proviene del árabe hashish, “césped”, son los bereberes quienes protagonizan el cultivo de marihuana.
La variedad principal es índica; muy resinosa, de flores espesas, cubiertas de tricomas. No obstante, el contenido de THC, debido a la falta de espacio y gran cantidad de semillas cultivadas no es tan alto como debería suponerse. Recordemos que en un espacio pequeño de cultivo con muchas plantas, las hembras suelen ser más polinizadas por los machos, provocando que la energía que emplean para producir THC se canalice para producir más semillas, disminuyendo los rangos de THC.
Pero esto no ha sido un impedimento para que allí germinen variantes de renombre como la Blueberry, Pev Grow, la típica Ketama o la Blue hash. Las principales cosechas en Ketama se recogen en octubre, para posteriormente secar la marihuana en noviembre, mes durante el cual, por cuestiones climáticas locales, la marihuana suelta más resina, lo que es ideal para elaborar hachís.
Entonces, si la marihuana de Ketama no contiene fuertes contenidos de THC, ¿por qué el hachís que de ella se extrae es considerado el mejor del mundo? Primero, toma en cuenta que para producir 1 kilo de hachís, son necesarios ¡100 kilos de cannabis! Por si fuera poco, el método único y ancestral, heredado de generación en generación desde el siglo XV, complementa el proceso. Ahora que ya sabes el porqué, te diremos el cómo.
Los legendarios tambores de Ketama
Evidentemente no hablamos de tarolas, bongos, congas o tambores militares. Nos referimos a los instrumentos mediante los cuales los bereberes ejecutan su arte: unos cubos enormes o cedazos, los cuales al ser golpeados con varas, producen un sonido similar al de tambores. Esto multiplicado por muchas familias laborando al mismo tiempo, hace que el batir de tambores pueda ser audible desde kilómetros a la redonda.
Estos cedazos o cubos son muy similares a los botes de basura grandes que utilizamos en casa. Los bereberes los cubren con una malla o trapo súper estirado, sobre el cuál colocan las hojas de marihuana previamente secas durante el mes de noviembre, cuando ya hace frío y se extrae mejor la resina de la planta. Por último, cubren el cannabis con otra capa de tela, evitando que se escape el polvillo amarillo que se desprende al ser golpeado por varas de madera. Una película española donde se puede ver parte de este proceso, así como escuchar el sonido de los tambores de Ketama, es El niño, realizada en 2014 por Daniel Monzón, mejor conocido por dirigir Celda 211.
De acuerdo con la tradición ketamaní, ya extraído el polvo, hay dos modos en los cuales el hachís es entregado para su venta: amasado en caliente, lo cual le da el tradicional color marrón, o en frío, el cual comprime el hachís, volviéndolo fácil de romper y difícil de transportar; por tanto, es el que generalmente se queda en Marruecos para la venta local. En cambio, el que es amasado en caliente, se exporta a países extranjeros.
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Fuentes: doc. La ruta del hachis, YouTube, pevgrow.com, www.elmundo.es