Legalización de la marihuana en EU, desde sus inicios hasta la actualidad
Por DiosaVerde.org
El cannabis ha adquirido un nuevo significado en Estados Unidos. Hace menos de dos décadas, la hierba era ilegal en los 50 estados de la Unión Americana. Sin embargo, ya son 11 estados los que la han legalizado completamente. Esto significa que los adultos pueden acceder a los productos de cannabis para uso medicinal y recreativo. Además, ahora mismo 22 estados han implementado o codificado recientemente las regulaciones integrales de marihuana medicinal. Cada uno de esos estados ha creado una vía legal para que los pacientes accedan a productos de cannabis medicinal. Por otra parte, 14 estados han autorizado de alguna manera el uso de productos exclusivos de CBD.
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Estos son los 11 estados donde el cannabis recreativo es legal en la Unión Americana, así como la fecha en que inició:
1.- Alaska (2014)
2.- California (2016)
3.- Colorado (2012)
4.- Illinois (2019)
5.- Maine (2016)
6.- Massachusetts (2016)
7.- Michigan (2018)
8.- Nevada (2016)
9.- Oregón (2014)
10.- Vermont (2018)
11.- Washington (2012)
Ahora imagina los estados de la Unión Americana como fichas de dominó, alineadas una por una. Cuando la primera cae, se produce a una reacción en cadena que hace que la mayoría (si no es que todas), caigan. Eso es lo que sucedió y continúa sucediendo con la legalización estatal de la marihuana en Estados Unidos.
La prohibición
¿Te has preguntado por qué la marihuana aún es ilegal a nivel federal cuando es menos dañina que el alcohol y el tabaco? Su discriminación y prohibición, como todo en la vida, tiene sus razones. Desde 1930, el cannabis era un peligro para el capitalismo que amenazaba las compañías petroleras, industrias químicas y tabacaleras.
Por mencionar algunos ejemplos, la mismísima Enciclopedia Británica, principal fuente de información para estudiantes e investigadores desde 1768, fue impresa con papel de cáñamo (o hemp) durante 150 años. El cáñamo era tan valorado en diversas industrias que incluso quien se negara a cultivarlo en Virginia, Estados Unidos, entre 1663 y 1769, corría el riesgo de ser encarcelado.
En 1937, la empresa Dupont patentó los procesos para fabricar plásticos del petróleo y el carbón. Dupont instó a sus accionistas a invertir en su nueva división petroquímica, pero muchas de sus producciones como el celofán, celuloide, nylon, rayón, dacrón, y otros, podrían ser obtenidos del aceite del cáñamo. Como podrás imaginar, la industrialización natural del cáñamo habría arruinado el inmensamente lucrativo negocio de Dupont y de otros multimillonarios que se perjudicarían intentando competir contra tal recurso natural renovable.
Asimismo, William Randolph Hearst, propietario de Hearst Paper Manufacturing y proveedor de papel para Kimberly Clark, poseía vastas zonas forestales y no tardó en darse cuenta, al igual que Dupont, de la necesidad de eliminar al cáñamo del mercado. Entonces, junto con otros empresarios, presionaron al gobierno para que se criminalizara por completo el cultivo de esta planta. Incluso Hearst, quien también era el propietario de los medios impresos, puso a disposición su ejército de diarios para promover una campaña cultural en contra del cannabis y como parte de esta iniciativa se adoptó por primera vez el nombre de marijuana, una palabra con fonética recordable, breve, y precisa para designar a esta ahora diabólica planta (por cierto, un término que hasta entonces era solamente utilizado en el argot popular de México).
Otro opositor del cáñamo fue la industria del tabaco. La cultura americana ya había adoptado el consumo de cigarrillos, pero las grandes tabacaleras comprendieron que el consumo de tabaco entre la población que fumaba cannabis era menor. Además, los fumadores de esta planta jamás se someterían a un mercado industrial, ya que era relativamente fácil cultivarla en huertos particulares y autoabastecer su consumo personal sin recurrir a una marca industrial. Por el contrario, la siembra de tabaco es más compleja. Requiere una extensión de tierra mayor y no sólo de un par de macetas. Tomando en cuenta esto, y ante el poco futuro comercial que se percibía en el rubro del cannabis, las grandes tabacaleras no dudaron en apoyar la cruzada en contra de la marihuana.
Finalmente, la industria farmacéutica, conocida como Big Pharma, consciente de las propiedades medicinales que la marihuana ofrecía a la población, también la percibió como una amenaza contra sus intereses comerciales. Aunque el cannabis posee propiedades medicinales, Big Pharma producía medicamentos mucho más costosos; por tanto, más rentables para la empresa.
La gran conspiración contra la marihuana
Por último, Andrew W. Mellon, importante inversionista de Dupont, asumió la dirección del departamento del Tesoro durante el periodo de Edgar Hoover y designó a su futuro sobrino político, Harry J. Anslinger, para que dirigiera la Oficina Federal de Narcóticos y Drogas Peligrosas, de la cual surgió la actual DEA.
Aunado a esto, los magnates financieros sostenían reuniones secreteas con Mellon y Asllinger. Entonces, el cáñamo fue declarado peligroso y una amenaza a sus billonarias empresas. Para la sobrevivencia de sus compañías, el cáñamo debía desaparecer. Estos hombres tomaron la palabra mexicana “marihuana”, y la proyectaron en la conciencia colectiva de todo el enorme continente americano como una planta.
Una campaña viral de constantes ataques dio inicio. Los periódicos de Hearst presentaron historias que acentuaban los presuntos horrores de marihuana. La amenaza de la marihuana produjo grandes titulares. Los lectores aprendieron que fue la causante desde accidentes de tránsito hasta la más desenfrenada inmoralidad. El Congreso prohibió el cáñamo porque se decía que era la droga más causante de violencia conocida. Anslinger promovió la idea de que la marihuana hacía que los usuarios actuaran extremamente violentos.
La sociedad de aquel entonces, conservadora e influenciable, aceptó la percepción del gobierno y los medios de comunicación. Esta idea se convirtió en un concepto mundial que hasta hace apenas unos años ha ido cambiando.
Nuevos productos, nuevas leyes
Hubieron de pasar varias décadas hasta que, a partir de los años 70, el gobierno estadounidense institucionalizó la labor de prevención y control del consumo de cualquier derivado de cannabis, e incluyó medidas también contra el consumo de heroína, LSD y el peyote.
Durante el gobierno del presidente Richard Nixon, todas las agencias creadas a partir del Buró de Narcóticos se fusionaron en una sola oficina que, conocida desde entonces como la Drug Enforcement Administration (DEA), encargada de perseguir, procesar y penalizar el uso, la posesión y/o el tráfico de cualquier sustancia considerada como “adictiva” o peligrosa para la salud.
Descriminalización
La despenalización se refiere a la relajación de las sanciones penales asociadas con el consumo personal de marihuana. En Estados Unidos, Oregón fue el primer estado en despenalizar la marihuana en 1973. El estado impuso solo una multa de 100 dólares por posesión de hasta una onza.
Durante los siguientes 15 años, después del cambio legal de Oregón, al menos una docena de otros estados despenalizaron la marihuana. Pero la despenalización simplemente redujo o eliminó el aguijón de las leyes contra la marihuana. Fabricar y vender marihuana seguía siendo ilegal.
La legalización, por otro lado, no solo permite la posesión individual de marihuana, sino que en la mayoría de los casos también permite la producción y venta legal de la hierba. Hay dos tipos de legalización de la marihuana: la legalización del cannabis medicinal y la legalización de la marihuana recreativa.
Distinción entre “medicinal” y “recreativa”
Durante los años 90, y gracias a los descubrimientos de tratamientos efectivos contra algunas enfermedades, el estado de California introdujo la llamada Propuesta 215 para la legalización de la marihuana medicinal, un ejemplo que fue seguido por varios estados.
A pesar de la documentación científica, la Cámara de Representantes se opuso a su legalización durante los siguientes años, instando a la persecución y procesamiento de quienes cultivaran y distribuyeran marihuana medicinal, incluso si el tráfico no se hacía fuera de los límites del estado.
Primeros pasos hacia la legalización
Si bien el Gobierno Federal se ha opuesto rotundamente a la legalización del consumo de cannabis (incluso si se trata de dosis controladas contra enfermedades como el glaucoma existen casos que datan de los años 70 en los cuales el gobierno no pudo evitar la creación de grupos como el Compassionate Investigational New Drug Program en 1978.
La autonomía estatal permitió que cada estado aprobara legislaciones de regulación o permisividad de acuerdo a sus intereses, siendo Nuevo México el primer estado en aprobar algún tipo de propuesta que permitiera el uso de la marihuana medicinal.
Pero los obstáculos burocráticos no han permitido una despenalización y regulación a nivel federal de productos derivados de la marihuana para el tratamiento de enfermedades como el Parkinson o el cáncer.
Cannabis recreativo
Durante los años 80, gobiernos locales como el de Pennsylvania y California insistieron en la reclasificación de la marihuana, basándose en estudios que determinaban los verdaderos alcances del consumo.
En 1973, como ya mencionamos, Oregón intentó descriminalizar el producto, reduciendo las penalidades por posesión, y fue seguido por Alaska, Maine, Colorado, California y Ohio.
Sin embargo, el bipartidismo político permitió la reinstauración de penalidades y el debate se mantuvo en pie hasta principios de siglo XXI.
A partir de 2001, varios estados iniciaron una segunda oleada de descriminalización, empezando por Nevada, Massachusetts, Connecticut y Missouri.
Luego, 10 años después, (en 2012) Colorado y Washington se transformaron en los primeros estados en legalizar el uso recreativo del cannabis, instaurando medidas de control similares a las del alcohol (ser mayor de 21 años, control de conducción bajo los efectos) y permitiendo el cultivo personal.
Asimismo, como piezas de dominó, otros estados se han sumando a la ola legislativa en Estados Unidos, el último, en mayo de 2019, fue Illinois.
El futuro de la legalización de la marihuana en Estados Unidos
Un factor importante que ha impulsado esta tendencia legislativa es que los estados necesitan ingresos adicionales. Así como la mayoría de los estados legalizaron las loterías para generar ingresos, muchos estados podrían encontrar la legalización de la marihuana como una forma de aumentar sus ingresos sin hacer movimientos impopulares como aumentar los impuestos sobre la renta o las ventas.
Entonces ¿Se podrían cambiar las leyes federales de los Estados Unidos para aliviar las restricciones contra el uso y la venta de marihuana?
El presidente Trump expresó su apoyo en 2018 a los esfuerzos liderados por el senador Cory Gardner (R.-Colo.) Para aprobar legislación que permita que las leyes estatales sobre la marihuana anulen efectivamente las leyes federales.
Actualmente, el apoyo público entre los estadounidenses para legalizar la marihuana está en su punto más alto, y la población apoya los derechos de los estados para hacer cumplir sus propias leyes sobre la marihuana. Sin embargo, algunos de los ciudadanos estadounidenses mayores, quienes tradicionalmente votan en grandes cantidades, todavía se oponen a la legalización. La mayoría de ellos incluso indican que votarían por un candidato que no estuviera de acuerdo con las políticas de marihuana. Por lo tanto, los senadores y representantes que quieren ir a lo seguro podrían seguir oponiéndose a la legalización federal de la marihuana.
El día de hoy todo parece indicar que la tendencia legislativa referente al cannabis en Estados Unidos tiende a aumentar, pero no a disminuir. Los ingresos fiscales que genera la hierba, los pacientes que pueden tratar diversos padecimientos con marihuana medicinal, así como una mayor eficiencia para atender delitos de alto impacto y reducir el crimen organizado, entre otros, dice más que mil palabras… Las piezas de dominó siguen cayendo…
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Fuentes: fool, diosaverde, procon.
Fuente de la imagen: fool.